jueves, 8 de noviembre de 2007

Desesperante






Una mirada distraída,
unas manos frías que no quieren tocarle,
unos labios pálidos que no piden besarle.


Oscurece en la cuidad.
Cierra los ojos, sus manos acarician la seda que le cubre imaginando la suave piel deseada, sus labios sangran de tanto morderlos.
Se ha quedado dormido con un vago pensamiento rondando su cabeza.
A la mañana siguiente, observa desde lejos la amable figura caminar hacia el metro, tan vulnerablemente excitante, tan frágil que podría cortarle en pedazos y no se daría cuenta, tan inocente que sus ojos pueden desnudarle y no opone resistencia. Su hermosa piel se estremece en el frío de la mañana y el leve contoneo de sus caderas le altera en cierta forma. «Parece una chica» piensa.
Será otro día con los ojos pegados en aquella lejana figura, otro día sin poder acercársele.
Otro día insufrible. Otro día en vano.
Oscurece por tercera vez desde el mágico día del encuentro.
«Pero cómo podría seguir viviendo sin esa perturbadora presencia. Preferiría morir»
«Pero si muriera, no soportaría que otras manos se posen sobre aquella piel»
«Pero de hecho, es posible que alguna boca ya halla probado el dulzor de esos labios prohibidos»
Su misteriosa mente continúa su deambular por caminos oscuros.
«Es algo inaceptable, no es posible seguir masticando el dolor cuando quizá alguien en ese mismo instante se esté deleitando con la exquisita fragancia que debiera pertenecerme» concluye.
Se incorporó dejando sus pensamientos reposar en la almohada, no sin antes tomar el cuchillo que acostumbra guardar en la cómoda, lo envolvió minuciosamente en un pañuelo blanco. Quizá para más tarde recoger cada gota de sangre que pudiera escapar aquella noche.
Salió precipitadamente de la habitación, bajó las escaleras como si algo terrible estuviese sucediendo, aunque de hecho, en su cabeza así era.
Montó la bicicleta y comenzó a pedalear desesperadamente hasta llegar a una viejo edificio, miró al cielo como pidiendo perdón, sin embargo, sólo estaba tratando de ubicar en lo alto el departamento al que se dirigía.
Abandonó la bicicleta en la calle, después de todo no volvería a utilizarla.
Cuando llegó a la puerta del departamento se detuvo a escuchar sigilosamente, pero no logró oír nada, en cambio sacó de su bolsillo un pequeño clip que usó como improvisada ganzúa para abrir la puerta.
Entró silenciosamente, en el lugar todo parecía muerto, ni un solo ruido ni una luz empañaban el ambiente.
Se encaminó en puntillas hasta la puerta del dormitorio, tomó el picaporte y lo giró dispuesto a ver lo que sea que le esperara tras ese umbral. Su corazón acelerado no le dejaba pensar con calma, pero calma era lo menos que necesitaba en ese instante.
Cuando la puerta estuvo abierta pudo observar la escena por completo.
Justo al frente, una cama con un amplio cobertor blanco, a sus pies una alfombrilla con dibujos chillones, al costado derecho un velador negro atestado de libros y papeles, a la izquierda una lampara de pie encendida y la pared de ese mismo lado era reemplazada por completo por un ventanal descubierto.
Sobre la cama y evidentemente sorprendido, el chico de sus tormentos con un chal a cuadros azules sobre sus hombros y observando un viejo libro de fotografías, a unos centímetros de sus pies descalzos yacía el control remoto del televisor.
Víctor le quedó mirando perplejo unos segundos, durante su viaje hasta aquí habían pasado mil escenas por su mente pero ninguna tan simple como esta.
Se despabiló entonces al oír súbitamente el sonido del televisor, que por lo demás estuvo siempre encendido pero no se había dado por enterado, como tampoco se había dado por enterado que el chico estaba completamente sólo y él había entrado como un ladrón cualquiera luego de maquinar un, no perfecto pero malsano plan al cual ya no era necesario recurrir.
En eso entonces, mientras su mente siniestra escarbaba los recovecos de la vergüenza, llega hasta sus oídos como tenues gotas de rocío, la dulce y alentadora voz del chico en la cama.
- Oye, disculpa, ¿qué haces aquí? – Le interroga entre nervioso y divertido, después de todo le aburría estar solo y el recién llegado no parecía mala persona. Un extraño pensamiento.
- Pues – Buscó aceleradamente una respuesta algo creíble - La puerta estaba abierta – Mintió luego de un breve instante.


continuará?



by Lina en Ciel

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y si...

y si me entrego al inevitable abismo.








__YUE____

Anónimo dijo...

otra vez, no otra vez.




aunque esta es verdad... irremediblemente cierto..




te dejé escapar otra vez, una como tantas,
y qué más quería, en el fondo lo sabía, siempre lo supe, aunque no quería creerme, siempre lo supe.

no más engaños, no más mentiras ni sueños imposibles..
quizá no hubiese sido tan inmposible, pero mi desequilibrada mente lo quiso así.


no hay más que decir, no hay más pensar..

no hay nada más..



mi venus hermosa brilla como nunca has brillado.
aunque sé que nunca será por mi, no me importa, sólo brilla intensamente.
deja que te vea en lo alto aunque no pueda llegar a ti, puedo conformarme sólo son admirar tu bella figura iluminando el cielo, desperdigando tus colores , quizá un pequeño atisbo llegue a mis ojos y me haga sonreir.. nada más eso.. nada más te pido que eso.


tu felicidad será siempre la mia, aunque no estes conmigo ahora, ni nunca lo estés..

no puedo darte nada, nunca te di lo suficiente.


sólo un rayo de luz dejado en el olvido, con sólo eso me alegraré.




_ YUE ____

Lina.enCiel dijo...
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